El hotel está situado en lo alto del pueblo de Pravia, en una finca cuidadísima y decorada con un excelente gusto. A sus pies se extiende la ría y a lo lejos se divisa el puente que la cruza dando al entorno unas vistas que son un auténtico placer para los cinco sentidos. Limpísimo, las camas cómodas, el desayuno excelente y el trato y la atención de su dueño, Julio, de 10. Si a todo ello añadimos que el precio es casi un regalo sin duda es muy, muy recomendable y para repetir.