Un hotel espléndido, magistralmente dirigido. Las vistas desde la habitación eran magníficas, un regalo contemplar, desde la cama el esplendor de la Medina. Todo el personal del hotel es extremadamente amable y servicial. El desayuno es abundante y eso a pesar de encontrarnos en pleno Ramadam. En el restaurante hemos podido degustar, entre otras exquisiteces de la cocina marroquí, el mejor Tajine de Boeuf que jamás habíamos comido después de treinta años viajando a este maravilloso país. Mi más sincera enhorabuena a su Director General, el Señor Tarik Hantout, por haber sabido trasmitir a su personal su filosofía de atención al cliente.