El personal del hotel muy amable, pero las instalaciones son muy justas, a pesar de estar reformado. Las paredes son de pladur y se oye todo, todo, del resto de clientes, metro, calle... La habitación es muy pequeña y la ducha de lo peor. Una persona algo grande ya no se podría duchar. Cortinas en las habitaciones por donde entra toda la luz, en lugar de persianas. El desayuno buffet está bien. Hay dos paradas de metro muy cerca, lo que facilita la comunicación a los lugares visitables y se puede ir andando hasta Le Marais y la Illa da cité.