Se ve que este hotel tuvo su época de gloria y hoy vive del nombre con una gestión encaminada a hacer el agosto inflando precios y recortando gastos de mantenimiento. Que nadie se engañe: a pesar de la excelente ubicación, las fotos no corresponden con la realidad y en la actualidad no merece las cuatro estrellas. La piscina, (de 1,30 metros en su parte honda), apenas tiene césped y el vaso evidencia mucho desgaste, aparte de que el único acceso interior era a través de un salón de fiestas donde se celebraba una boda (obligaba a rodear el edificio y entrar por el parking y la entrada principal). Hasta las 10 de la noche retumbaban todas las instalaciones, habitaciones incluidas, debido a la celebración de dicha boda, con altavoces a volumen altísimo puestos incluso fuera del salón de celebraciones. El desayuno iba en la misma línea: la comida caliente estaba fría y el aparato tenía la tapa estropeada, la calidad de algunos alimentos como los huevos era bastante mala, y había poca variedad. Sólo funcionaba para el café una máquina pequeña y no había tazas de desayuno, salvo dos o tres que estaban sucias (estaban lavándose, según el camarero). Las habitaciones sí eran limpias y cómodas, pero no respetaron la preferencia de cama (no se garantiza, pero queda feo con este precio) y la suite del piso superior es una buhardilla y la cama está encajada en el desnivel (ojo a los coscorrones). En recepción fueron amables y pidieron disculpas, pero, en suma, experiencia para olvidar.